Charlamos con Guillermo F. Flórez sobre "Señor, llévame pronto"

«Señor, llévame pronto», el vértigo de filmar la muerte desde la intimidad

Señor llévame pronto
Conversamos con el director Guillermo F Flórez sobre su documental «Señor, llévame pronto» que habla sobre el final de la vida y cómo su protagonista lo toma en sus manos sin miedo, en lugar de dejarlo al azar.

Carmen ha decidido despedirse de la vida con la misma lucidez y sentido del humor con los que la ha vivido. Señor, llévame pronto convierte su historia en una comedia trágica sobre el control del destino, la amistad y la mirada del cine ante la muerte. Guillermo F. Flórez acompaña a Carmen durante sus últimos días, despojando la cámara de artificios y enfrentándose, también él, a su propio miedo a morir.

Nacido en Madrid en 1983, Flórez escribe y dirige documentales desde 2007. Su primer filme, Zindabad! (2010), rodado en India, fue seleccionado en más de treinta festivales internacionales. Estudió en la Escuela Internacional de Cine y Televisión de San Antonio de los Baños (Cuba) y cursó un máster en la School of Visual Arts de Nueva York, donde más tarde impartió clases. Actualmente produce documentales para diversos directores, trabaja como consultor para los Medios Creativos de la Comisión Europea y desarrolla un nuevo largometraje coproducido entre Francia y Brasil.

Charlamos con Guillermo F. Flórez sobre Señor, llévame pronto, el humor como forma de resistencia, la ética del documental y el vértigo de filmar la muerte desde la intimidad.

¿Cómo surge Señor, llévame pronto? ¿Cuál es tu motivación para contar esta historia?

FLÓREZ: Una vez que se aprueba la ley de la eutanasia, yo estaba trabajando en la posibilidad de un proyecto más periodístico y sencillo, y me encontré con Carmen, que era la mujer más particular de ese mundillo. Ella me dijo: “Mira, a mí la ley me da igual, yo voy a hacer esto sí o sí. Sé que no tengo las condiciones médicas para solicitar la eutanasia, pero me da completamente igual. Lo voy a hacer”.

Entonces me encontré en la tesitura de que, en vez de hacer un reportaje clásico sobre la eutanasia, nadie quería financiar una comedia sobre el suicidio, realmente. Uno elige los proyectos que hace, pero también hay una parte aleatoria: las subvenciones, las financiaciones, el apoyo que ofrece el mercado, que deciden la otra mitad del asunto. Sin embargo, es mucho más divertido, interesante y complejo hacer una historia como la de Carmen, sobre el final de la vida —o sobre la vida misma—, un terreno mucho más resbaladizo y confuso.

Entiendo perfectamente que una autoridad no puede estar ahí proveyendo de la muerte a sus ciudadanos solo porque se lo piden. No tengo ninguna conclusión sobre qué hacer con Carmen, ni pretendo darla. Sin embargo, el tema de la eutanasia me parece clarísimo y no voy a gastar tiempo en él.

Escenas de "Señor, llévame pronto"
Escenas de «Señor, llévame pronto»

Sobre la eutanasia, como yo la entiendo, tengo la imagen mental de que la vida de una persona está terminada. Ya no tiene agencia propia, o tiene muerte cerebral o algo similar. Y otra cosa es el suicidio: acabar la vida cuando uno lo decida, por los motivos que sea.

FLÓREZ: En algunos países del norte de Europa que legalizaron la eutanasia, lo que en España llamamos suicidio se llama “vida completa”. Es cuando no tienes un motivo médico, pero el Estado te da la posibilidad de morir. Es como cuando tu biografía termina antes que tu biología.

Y esto tampoco es tan raro. Aquí probablemente nos cueste llegar a ese punto, por la influencia católica o judeocristiana. Pero hay otras culturas que no la han tenido, y no es extraño para el ser humano establecer cierto control sobre el caos de la biología. Hay algo antropológico en decidir cuándo morir.

A mí Carmen me enseñó que se puede estar llena de vida y querer terminarla; que querer acabar la vida en plena vitalidad puede tener sentido en ciertas circunstancias. Efectivamente estaba llena de vitalidad, pero esa misma vitalidad le hacía comprender que la iba perdiendo a pasos agigantados. Ella me dijo: “Tú no sabes lo que son 86 años. Esto está lleno de trucos: tengo que levantarme por la mañana, ponerme un diente postizo, ponerme aquí tal, ponerme allá… Tú no sabes”.

El tema de empoderarse de la muerte, de que no nos agarre cuando ya estamos desvalidos y no nos queda otra que morirnos, sino tomarla con las manos y decir: “En este momento lo hago porque sí”.

Escenas de "Señor, llévame pronto"
Escenas de «Señor, llévame pronto»

Ella tampoco es una persona aislada. Es activa, nunca deja de comunicarse y tiene muchas relaciones: su voluntariado, sus amistades, la fisioterapeuta, la nuera…

FLÓREZ: ¡La nuera mola un montón! Me encanta. Creo que tiene toda la razón cuando critica a Carmen por darle barra libre a su hijo.

Yo no esperaba su discusión para nada. Pensé: “Este va a ser un momento emotivo”, y de pronto se comienzan a pelear.

FLÓREZ: ¡Y a gritar! Ese caos fue muy interesante de gestionar. Hay varias escenas caóticas en la película —como cuando un amigo suyo la ayuda a llevarse los muebles—, con un desorden que parece aleatorio. Pero a través de cómo grabas y montas, puedes generar un caos que se parece al que hubo, aunque no sea exactamente igual.

Empiezas a coger pistas de audio, a generar interrupciones que son artificiales porque en el momento hubo interrupciones reales, pero quizá no las grabaste. En montaje haces lo contrario de lo habitual: en lugar de dejar las cosas claras, introduces frases a medio cortar, movimientos de cámara abruptos… Todo eso fue un trabajo muy interesante con la montadora, algo que nunca había hecho antes.

Y hay un momento increíble: ella dice “yo me suicidaré cuando le convenga a la película”. Yo me enfado y le digo: “¿Pero cómo puedes decir que tu vida va a depender de esta película? ¡Eso no puede ser!”. Y ella me manda callar. Ese minuto es, para mí, cinematográficamente espectacular: que un personaje diga eso al director, que el director se enfade y el personaje lo mande callar… está lleno de humor negro y encapsula toda la película.

Escenas de "Señor, llévame pronto"
Escenas de «Señor, llévame pronto»

Pero tú también estás dentro de la historia, incluso en la toma. Y con este enfrentamiento, porque a veces tenemos la idea de que el director está como un Kubrick, moviendo los hilos de todo. Pero aquí los hilos no necesariamente se mueven como tú quieres.

FLÓREZ: Esa era mi intención al principio: controlar mucho más. Pero duró pocas horas. Agradecí mucho esos veinte años de experiencia grabando, que me permitieron funcionar en el rock and roll que Carmen imponía, en esa especie de juego salvaje sin planes.

En muchos momentos decidí dejar la cámara fuera para trabajar la amistad que tenía con Carmen. Hay un punto en que directamente dejo de hacerlo. Pongo la cámara abajo, no para hacerme más amigo, sino porque a medida que la película avanza me empieza a dar igual. Me parece obsceno tomar foco, porque mi amiga se va a suicidar. Por eso pongo la cámara en un trípode el último día: porque me da asco la cámara. El último plano en que la cámara se mueve, en realidad soy yo llorando, desmontándola, porque era la última vez que veía a Carmen en su puerta.

Ahí mi amiga se va a suicidar, y eso ya no es cine. Es una actitud que siempre he tenido: poner el cine en segundo lugar. A veces creemos que el cine es lo más importante del mundo. Lo siento, pero no. Si me voy a una isla desierta y puedo elegir a diez personas, ninguno sería cineasta. Me llevaría un conductor de autobús, un marinero, un médico, un abogado… pero ningún cineasta.

Cuando tu amiga se está suicidando, pensar en el cine es perder la perspectiva de lo que importa. Lo siento, pero el cine no tiene prioridad. Y eso sucedía constantemente. Carmen decía: “Nos vamos aquí, nos vamos allá, haz esto, bébete esta botella de vino por la cámara, sáltate este semáforo”. Todo era así, y eso era muy cinematográfico. Pero hubo un momento en que dije: “A la mierda el cine”. Terminé la película de milagro.

Es importante hacer esa separación, porque a veces los creadores, de ficción o documental, pueden caer en trampas éticas o consecuencias cuestionables por ver solo el objetivo de la película. Pero lidiamos con personas.

FLÓREZ: Yo le concedo a mucha gente que hace arte. Pero el arte no justifica casi nada. Se olvida a veces. Y el entretenimiento, ni eso: el entretenimiento no es arte.

Escenas de "Señor, llévame pronto"
Escenas de «Señor, llévame pronto»

Tanto al inicio como al final, y a lo largo de toda la película, vemos escenas vaciando espacios. Desde el principio me remitió a una mudanza: va tirando cosas, regalando, donando, quemando. Y termina con el piso vacío. Esa parecía ser su prioridad: levantar la tienda.

FLÓREZ: El otro día alguien me dijo “somos memoria”. Es verdad que es contradictorio que Carmen tire sus fotos, pero al mismo tiempo yo la inmortalizo en una película, así que su intención de no dejar rastro ha quedado en saco roto.

Leía un artículo sobre Suecia: allí tienen una palabra larguísima que significa “dejar todo en orden”, y lo hacen mucho cuando saben que van a morir. Es una idea nada católica: dejar todo limpio, no pretender trascender a la eternidad, sino irse de una forma conceptual y materialmente ordenada.

Carmen no sabía nada de eso, claro. Ella decía que lo hacía porque era manchega, que los manchegos, después de una posguerra muy dura, no desperdiciaban nada. Quizá por eso tengo yo un cascanueces absurdo que me regaló, o unas tablas de cortar de madera que me la recuerdan cada vez que las uso.

Creo que hay algo profundo ahí: irse sin dejar trabajo a los demás, de una manera elegante y noble.

Interesante. Los suecos y los manchegos unidos. (risas)

FLÓREZ: Hay conexión: Suecia y La Mancha. (risas)

No tengo la pretensión de mostrar la realidad de manera fidedigna. Para eso la cámara no es el mejor instrumento. Pero sí me interesa representar algo que se parezca a una realidad más profunda, la que ves con el alma. A través de una mentira llegas a una verdad, y eso sucede constantemente. No se me ocurre otra manera de trabajar.

Escenas de "Señor, llévame pronto"
Escenas de «Señor, llévame pronto»

Ella tiene una tristeza palpable por momentos, y dice que las cosas que antes le gustaban ya no le dan placer. El cansancio de la vida que expresa la lleva a tomar esa decisión. Me movió mucho ese tema del tiempo, de ver en el calendario cómo se acercaba la fecha.

FLÓREZ: Es el tic-tac de una bomba. Todos tenemos la muerte inminente, solo que no sabemos cuándo. No hay cosa más segura que vamos a morir todos. Me lo dijo en un momento —no quedó grabado—: “¿Y no te da miedo la muerte?”, le pregunté. Me respondió: “Mira, la muerte es algo que ya han probado todos. Tan malo no puede ser”.

Y cogió un libro de historia: “Todos esos han muerto. No puede ser que lo que han probado Napoleón y Julio César sea malo. Esa gente era muy importante. Yo voy a pasar por lo mismo. Tan malo no puede ser. No creo que hayan torturado a Julio César en el cielo”.

Escenas de "Señor, llévame pronto"
Escenas de «Señor, llévame pronto»

Y se plantea la pregunta de “¿después qué?”. Tu posición es que pasamos a la nada. Ella no lo sabe, pero preferiría que existiese un cielo. Creo que todos los que no creemos en la nada posterior igual desearíamos que existiese.

FLÓREZ: Yo daría todo porque hubiese algo después. A mí la nada me aterra. A Carmen no. Ella aceptaba esa posibilidad sin miedo. Ojalá esté partiéndose de risa de nosotros allá arriba, pero creo que no: creo que no hay nada, que ya no piensa ni siente. Y eso, para mí, es aterrador. Para ella, no.

La película es eso: mi miedo a la muerte y su carencia de miedo. He trabajado en lugares peligrosos, en guerras civiles en África, y eso no me ha quitado el miedo a morir.

Escenas de "Señor, llévame pronto"
Escenas de «Señor, llévame pronto»

Yo comparto ese miedo. Siempre lo he tenido y me sorprende conocer gente, incluso joven, que tiene esa posición de “no, cero miedo”.

FLÓREZ: Sobre todo, siento que tengo muchas cosas que hacer. Me da miedo que se me acabe el juego. Tengo un montón de cosas pendientes, no solo hoy, sino el año que viene, la próxima década.

Escenas de "Señor, llévame pronto"
Escenas de «Señor, llévame pronto»

¿Qué te gustaría que la gente que vea la película piense o sienta al terminarla?

FLÓREZ: Hay un momento en la peli en que le digo a Carmen: “Yo te lloraré”, y ella me responde: “Nada, nada. Tú lo que tienes que hacer es tomarte una botella de vino y reírte”.

Carmen tenía esa capacidad de evitar intelectualizarlo todo. Yo vengo de una familia burguesa, he estudiado mucho, y al principio convertía todo esto en una disertación filosófica sobre la vida y la muerte. Y ella, muy apropiadamente, me decía: “Deja de romantizar esta historia”.

Esa vulgaridad que tenía era bella y certera. A veces me bajaba los humos: “Todo eso lo has leído tú en un libro de Sartre, y a mí eso no se me aplica”. ¿Qué le importa Sartre a Carmen?

No se trata de que la gente modifique su vida o viva más intensamente. Si salen del cine con una sensación de alegría, de intensidad ante la vida, y reflexionan unos minutos sobre lo profundo de estas cosas —no desde la cabeza, sino desde la sinceridad—, ya es suficiente.

Como decía Carmen: que se beban la botella de vino o de agua, da igual, pero que disfruten. Que tengan ganas de vivir más intensamente. Si la película consigue eso en dos o tres personas, yo me quedo encantado.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

TE PUEDE INTERESAR

CULTURA
‘El alma del violín flamenco’, el revolucionario debut de Paco Montalvo, volverá a sonar en el Palau de la Música Catalana este 3 de diciembre….
CULTURA
DART Festival es la única muestra de cine documental de España especializada en artes visuales. Tendrá lugar en Mooby Bosque Cine del 10 al 14…
ACTUALIDAD
Isabel Steva Hernández, “Colita”, fue una de las miradas más libres de la Transición. Retrató la ‘Gauche Divine’ y las periferias invisibles de Barcelona, y…

Suscríbete a la Newsletter

Ir al contenido