En el escenario, la vida del poeta Miguel Hernández vuelve a latir. La obra Para la Libertad, de Okapi Producciones, propone un viaje emocional a la historia reciente, recorriendo los años más intensos del poeta oriolano, desde su juventud de pastor de cabras autodidacta hasta la Guerra Civil y su muerte en prisión con tan solo 31 años. La obra aterriza en el Teatre Borràs de Barcelona para ofrecer una serie de funciones que arrancarán el próximo 15 de julio.
Ahora, con la incorporación de Adrián Salzedo como protagonista, en sustitución de Daniel Ibáñez, el montaje se renueva con una sensibilidad distinta, sin perder la fuerza ni la hondura que lo caracterizan.
La dirección escénica de Gabriel Fuentes construye una dramaturgia que huye del biopic clásico. Nutrida de poemas, cartas y documentos del poeta, entre ellos la conmovedora correspondencia con su esposa Josefina Manresa, la obra teje un retrato íntimo y tridimensional de una de las figuras más esenciales de la literatura española del siglo XX. Con ritmo ágil, logra condensar los momentos más significativos de su vida en poco más de hora y media de función entre ingeniosas transiciones y un compromiso con la realidad histórica.
Todo ello con una puesta en escena austera, e inmersiva a cargo de Ise Ponce: máximo tres intérpretes en escena, atmósferas cambiantes y proyecciones de fotografías y manuscritos que anclan cada cuadro a un tiempo y una emoción concreta. Un verdadero logro de expresividad íntima y minimalista.

Uno de los pilares de este montaje es la música de Joan Manuel Serrat, cuya asesoría directa ha sido clave para el ambiente emocional de la obra. Bajo la dirección musical de Daniel Molina, las canciones del histórico álbum Miguel Hernández (1972) son reimaginadas con nuevos arreglos que respetan su espíritu y ensalzan las escenas teatrales.
Así, poemas hechos canción como El niño yuntero, Nanas de la cebolla o la principal Para la libertad toman nuevos carices y resuenan fuertemente en la actualidad. Aunque, lejos de ser un recital encubierto, la música funciona como un vehículo emocional que multiplica sentidos. “No están ahí por sí mismas. Son una vía para explorar desde otro lugar”, explica Adrián Salzedo, el actor que ahora protagoniza la obra.
Salzedo se enfrentó al desafío de encarnar a Hernández con apenas diez días de preparación. “Me llamaron de urgencia, sabiendo que era una locura… pero me trataron con tanto cariño que me lancé”, recuerda. Su entrada fue vertiginosa, pero no superflua. Con respeto al trabajo previo y con libertad progresiva, fue hallando su manera de habitar al poeta.
Cada actor tiene su energía. Yo intenté llevar el personaje a mi forma, sin disfrazarlo de mí. Miguel ya late en sus palabras. Cuanto más austero el marco, más brilla su luz.
La poesía de Miguel Hernández, visceral y luminosa, sigue doliendo por todas las verdades que arroja con sentimiento descarnado sobre el amor, la libertad y el arraigo a la tierra. Salzedo lo descubrió para la obra, y lo que comenzó como un encargo profesional terminó por transformarse en un descubrimiento íntimo “En el colegio me pasó de largo, pero al leerlo ahora, al estudiar sus cartas con Josefina, me enamoré. Empecé a leer a Lorca, a Alberti… Es como si se me abriera una puerta hacia algo que necesitaba conocer”, confiesa.
La función transita contrastes de alto voltaje emocional: de la ternura del primer amor a la brutalidad de la guerra, de la compañía de la poesía popular al silencio lúgubre de la celda. Todo ello sostenido por un elenco versátil, Claudia Galán y Pablo Sevilla interpretan múltiples figuras del entorno de Hernández. Personajes fundamentales como su esposa Josefina, compañeros de celda, su amigo Ramón Sijé o poetas como Pablo Neruda. Un reto de versatilidad actoral que les exige cambiar de personaje, época y registro continuamente, sosteniendo una narrativa ágil que transporta al espectador de Orihuela a Madrid y de la juventud a la madurez, de forma sorprendentemente orgánica y fluida.

Para la Libertad recorre momentos muy turbulentos de nuestra historia reciente, pero no busca enseñar ni aleccionar. Propone sentir. Acompañar al poeta en su viaje para reconocernos en él y sus heridas. Es una obra sobre el pasado que interroga el presente, sobre la palabra como refugio. El concepto de libertad, tantas veces manoseado por intereses políticos, se muestra aquí en su forma más básica y verdadera.
La libertad es poder comer cuando tienes hambre. Poder dormir cuando tienes sueño. Es poder cuidarnos. Mientras haya miseria alrededor, no puede haber verdadera libertad., reflexiona Adrián.
Las funciones que ya se han representado han concluido con el público en pie. “Muchos nos abrazan en silencio, solo dicen ‘gracias’ y se van, aún emocionados, y eso hace que todo valga la pena”, cuentan los actores.
Sin duda, la gran virtud de la obra se halla en la conjunción y el equilibrio entre palabra, música y cuerpo. Cada elemento en su intensidad correcta, hasta el fenomenal despliegue de las luces del iluminador Juanjo Llorens, acompaña con medida energía la catarsis de las canciones y los versos con un espléndido trabajo actoral.
Una experiencia escénica singular que no se queda meramente en la biografía del poeta y logra una evocación coral de su tiempo, sus deseos y esperanzas. Algo que nos recuerda desde la escena, que la memoria no es un gesto del pasado, es todavía un ejercicio urgente del presente.
Para la Libertad se representará a partir del próximo 15 de julio en el Teatre Borràs de Barcelona, sus entradas pueden adquirirse aquí.