En el vasto lienzo del arte contemporáneo, surge un nombre que resuena con la electricidad: Nam June Paik. Considerado el padre del videoarte, su legado se teje con cables de innovación y pulsaciones disruptivas. Inventó, tocó y versionó más de una docena de instrumentos y sobre todo asombró al mundo con su ingenio y visión artística. Pionero de la revolución digital sus obras se ubican entre la transgresión social y la voluntad de humanizar la tecnología. Pero, ¿Quién fue realmente Nam June Paik?
Nam June Paik: Subvirtiendo la música clásica
Nam June Paik nació en 1932 en Seúl en una acaudalada familia de empresarios del acero y de los hidrocarburos. Unos meses antes de cumplir 18 años, sufriría el tumultuoso inicio de la guerra de Corea, teniendo que exiliarse primero en Hong Kong y luego en Tokio. La guerra marcaría el inicio de una serie de inquietudes y diálogos interculturales que llevarían a Paik a considerarse un ciudadano del mundo.
Tras graduarse en Filosofía y Composición Musical en Tokio en 1956, se le concedió una beca para estudiar su posgrado en Múnich y en Colonia, por aquel entonces epicentro de la innovación de la recién nacida música electrónica. El renombrado compositor Stockhausen sería uno de sus mentores que le llevarían por el terreno más experimental del sonido, mostrándole los primeros modelos de sintetizadores y tecnologías de composición electroacústica.
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Su mayor descubrimiento, sin embargo, fue en 1958, cuando asistió a una performance del músico contemporáneo John Cage que cambió su perspectiva musical por completo. Conocer a Cage le marcó profundamente por su enfoque anárquico de la música y su espíritu libre y transgresor ante cualquier norma o convencionalismo.
Paik: «Yo tenía muchos complejos, como pianista, como asiático occidentalizado, me sentía cohibido al instruirme en una tradición tan estricta de la que en realidad jamás me había sentido parte. Entonces conocí a Cage y me sentí liberado por primera vez en mi vida.»
Cage y Paik decidieron desafiar las normas occidentales en el mundo de la música clásica, dando origen a perfomances provocativas e iconoclastas donde destrozaban pianos y generaban arritmias, jugaban con silencios y cacofonías con números circenses entre sonatas de Bach.
No tardó en hacerse conocido entre la vanguardia contracultural europea al más puro estilo Épater le bourgeois. Protagonizando portadas que llegaron a tildarlo de terrorista cultural asiático. Con ello, recibió la invitación formal al grupo Fluxus del galerista Georges Manciunas, que le llevaría a trasladarse de continente una vez más, hasta llegar a la gran manzana de Nueva York.
El movimiento Fluxus, Moorman, perfomance y trangresión
El movimiento internacional Fluxus buscaba recuperar el espíritu inconformista de las vanguardias europeas de principio de siglo, en especial la dadaísta y la surrealista, combatiendo el mercantilismo del arte y situando el proceso artístico por encima del producto acabado y el consumo materialista. Privilegiando la libertad, la diversión y la intermediación, Fluxus alojó a numerosos artistas que buscaban nuevas definiciones en pleno apogeo de revoluciones culturales y sociales.
A Paik se le abría un nuevo mundo. En Nueva York, conocería la escena hippie, la generación beat, la nueva ola de feminismo, la revolución sexual, el LSD y la más puntera tecnología de la época. Se cruzaría con cineastas como Jonas Mekas, poetas como Allen Ginsberg, y a quien sería su futura esposa la artista y activista feminista Shigeko Kubota.
Con todos ellos mantuvo una estrecha relación, pero sería con la violonchelista Charlotte Moorman con quién encontraría mayor éxito. Moorman, aburrida del clasicismo y del paternalismo burgués en la escena musical neoyorquina, se adentró en el mundo vanguardista gracias a su compañera de piso, una joven Yoko Ono.
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Paik se vio sorprendido por la personalidad y el talento de Moorman y le propuso colaborar en sus obras. Juntos idearon diferentes performance centradas en la tecnología y el cuerpo. Paik construyó un chelo TV formado por monitores para que Moorman lo tocara mientras él retransmitía imágenes lisérgicas. Fue un pionero al utilizar la primera videocámara portátil lanzada al mercado, la Sony Portapak. Conectándola al televisor con una serie de arreglos, devino efectivamente en el primer estudio de televisión portátil y contestatario.
Más adelante, en un intento de provocación para promover la erótica del arte y politizar la música clásica, diseñaron una pieza dónde Moorman tocaba semidesnuda con unos sostenes formados por dos televisores que emitían diferentes imágenes de la guerra de Vietnam y discursos de Nixon distorsionados.
Moorman añadió piezas donde el recital se veía interrumpido por bombardeos en denuncia de la guerra o donde actuaba llevando una máscara de gas o indumentaria bélica. Cruzaron el límite del conservadurismo de la época con Opera Sextronique donde Moorman decidió actuar completamente desnuda utilizando a Paik de taburete. En plena actuación, Moorman fue detenida y llevada a los tribunales acusada de escándalo público. Se les impedió volver a representar en ningún teatro y Moorman fue expulsada de la American Symphony Orchestra.
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La prensa traspasó la polémica más allá del charco llegando a salpicar los periódicos coreanos. Tachado de artista vulgar y degenerado, Paik fue repudiado por su familia, su padre cortó lazos y le pidió que no volviera nunca a Corea. Atacado por este duro revés de censura y represión, Paik se centró en su pasión por la invención electrónica. Realizó algunas exposiciones de escaso éxito entre Europa y Estados Unidos. En ellas utilizaba los rayos catódicos de los televisores para representar melodías sonoras visualmente. Los televisores interconectados se establecían como vibrantes lienzos audiovisuales.
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Reconocimiento: El zen electrónico y los robots catódicos
A mediados de los sesenta, en medio de una espiral de fracasos y ante la penuria económica, Paik siguió el consejo de Allen Ginsberg e indagó en sus raíces. Buscó inspiración en la meditación budista y quedó sorprendido por la popularidad del icono de Buddha en Occidente. Según explica su esposa Shigeko, Paik tomó los últimos dólares que le quedaban y compró una estatua de Buddha en una tienda de antigüedades. Al llegar a casa, la enfrentó a uno de sus monitores y se quedó pensando en como reflejar esa imagen. Así nació Buddha TV, la obra más conocida y replicada de Nam June Paik.
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Aquellos que visitaban su estudio se quedaban prendados por la figura de Buddha que miraba atentamente su reflejo en un pequeño televisor. La fortuita obra de arte generó miles de interpretaciones sobre su significado y le valió a Paik una súbita popularidad como el artista del zen electrónico. John Lennon y Yoko Ono serían promotores de la obra zen de Paik, con un pie dentro y otro fuera de las corrientes comerciales.
![Pieza de arte y neón de Nam June Paik](https://contracultural.es/wp-content/uploads/2024/01/0001-1.webp)
Aunque Paik se sintió reconciliado con sus orígenes, siempre señaló que era algo simbólico. Su arte no se centraba en la religión, nunca fue practicante ni devoto, solo un observador social. Pronto volvió a sus andadas, realizó nuevas performance a pie de calle, creando un prototipo de robot que caminaba, hablaba y hasta defecaba alubias. El robot K456 (1964), fue el primero de muchos proyectos de robótica extravagante de Paik. Su propósito principal, además de sorprender, era generar música y servir de acompañante del sutil violonchelo de Moorman, quien tampoco se dejó vencer por la censura y obtuvo un gran éxito junto a su compañero mecánico.
El final del robot K456 fue todo un evento. Mientras emitía discursos de Kennedy fue atropellado por un coche y reducido a pedazos. Paik fiel al happening, a la vida mediando el arte, no lo volvió a reconstruir. Su arte robótico inspiró a numerosos artistas contemporáneos como Hajime Sorayama.
Macroproyectos, la sostenibilidad de lo insostenible
Con la consagración de su estatus de artista comercial en las principales instituciones de Nueva York, disfrutó de cada vez mayores presupuestos para sus exposiciones. Así pudo hacer realidad sus obras más delirantes e imaginativas. En su retrospectiva El jardín de los televisores reunió cientos de televisores desechados y los rodeó de arbustos y malezas. Creando la impresión de que la tecnología analógica y digital se había fusionado con el ecosistema natural. Sin embargo, los cables siguen estando ahí y el disparatado consumo eléctrico no era sostenible en ningún modo y debilitaba cualquier mensaje fuera de lo satírico o lo cyberpunk.
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En cualquier caso, Paik siempre fabuló con un mundo dominado por las pantallas y buscó humanizarlo e integrarlo en lo natural. Creía imposible combatir un consumismo en aumento. Siempre abogó por un segundo uso y por nunca limitar la vida útil de los aparatos electrónicos. Utilizaba de floreros impresoras con obsolescencia programada y tuneaba constantemente viejos electrodomésticos. Realizó todas las variaciones imaginables a los televisores y luego monitores de ordenador. Pronosticó un transhumanismo cyborg con la ropa de pantallas reflectantes y los monitores antropomórficos.
![Nam June Paik, Perro Guardian II, 1997](https://contracultural.es/wp-content/uploads/2024/01/descarga.webp)
Su obsesión culminó con la monumental obra «Electronic Superhighway: Continental U.S. (1995) que muestra un enorme mapa en neón de Estados Unidos integrado por tres fuerzas de conexión que definieron la comunicación en el siglo XX: el sistema de autopistas interestatales de Estados Unidos, la televisión por cable y la emergente Internet de los años 1990.
![Highway Nam June Paik](https://contracultural.es/wp-content/uploads/2024/01/5906638454_29430bab8a_b.webp)
Y la construcción de gigantescas esculturas en multimonitor , logrando secuencias propias de George Orwell, escritor de referencia en Paik, o la futura Matrix (1999) obras igualmente críticas con la hipervigilancia del estado.
![Entre ellas la torre de vídeo de los JJ.OO. de Séul de 1988. Encargo que le permitió volver a su ciudad natal tras más de treinta años.](https://contracultural.es/wp-content/uploads/2024/01/article00_large-37-855x1024.webp)
Paik insistió en expropiar la tecnología de las grandes corporaciones y descontextualizarla en actos paródicos que le quiten seriedad. Sus obras de danza con políticos y gatitos Global Groove (1977) o dónde altera la voz de Nixon, saturándola o volviéndola más aguda, recuerdan a los memes de las redes sociales y a los reels de Tik Tok. Entre la seriedad y la mofa, entre lo agudo y lo superfluo, Nam June Paik nunca dejó de explorar los nuevos contextos tecnológicos que siguen dando forma a nuestro mundo.
Globalización, un canal de tv para cada artista
Paik soñó con una sociedad donde todo artista tendría un canal propio en la televisión, dónde cada uno se autoproduciría sus obras con absoluta libertad y sin barreras culturales ni económicas. Avanzó en dirección a su sueño, asumiendo nuevas frecuencias televisivas descentralizadas, anticipando Youtube y Twitch. En el entorno más primerizo de la televisión setentera, daba espacio a artistas emergentes y underground y creaba magacines caóticos y especiales de televisión en directo durante horas, para todo aquel que quisiera y pudiera sintonizarlo.
Good Morning Mr. Orwell fue el primer directo global retransmitido por vía satelital el 1 de enero de 1984. Especialmente recordado por emitir actuaciones de artistas de renombre mundial como David Bowie, Astor Piazzolla o poemas recitados por Allan Ginsberg con estéticas lisérgicas y varios niveles de imágenes sobreimpuestas. Los problemas de realización y la prematura tecnología de la época produjeron accidentes espontáneos que se suman al delirio deliberado en un festín de arte caótico.
En 1996, tras una década de éxitos llegaría otro revés fatal, un derrame cerebral debilitante que le obligó a reaprender todas las funciones motoras. Aun con la movilidad reducida a la mitad, Paik trabajó en varios macroproyectos de tecnología láser antes de fallecer. Quizás el más espectacular fue el que realizó en el Guggenheim de Bilbao para inaugurar el nuevo milenio. Una cascada de láseres de cinco plantas de alto dominada por el patrón de Fibonacci que sumergía al espectador en un lago de televisores y luces de color. La llamó la Escalera de Jacob.
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Nam June Paik no solo fue un pionero del videoarte; fue un visionario cultural que abrazó la complejidad del futuro con ansias de libertad. Su legado, impregnado de creatividad, rebeldía y profecías inadvertidas, sigue resonando en el corazón de la era digital actual. Si quieres saber más sobre su figura puedes ver el documental Moon is the Oldest TV, que fue presentado en el DART 2023, que gira en torno a su figura.