11 de marzo de 2011, el terremoto y el posterior Tsunami en la región de Tohoku en Japón provoca la muerte de más de quince mil personas. Cientos de miles han perdido sus casas y miran traumatizados entre los escombros de los edificios. La vida se ha visto profundamente afectada. Un altavoz público realiza retransmisiones para tratar de calmar a los supervivientes. Repentinamente, se recita un poema:
¿Eres un eco?
Si digo “¿Vamos a jugar?”,
dices “Vamos a jugar”.
Si digo “¡Tonto!”,
dices “Tonto”.
Si digo “¡No quiero seguir jugando!”,
dices “No quiero seguir jugando”.
Luego, me siento sola.
Digo “Lo siento”,
dices “Lo siento”.
¿Eres un eco?
No, eres todo el mundo.
El sencillo canto a la comprensión y la empatía caló de un modo profundo entre la audiencia. La tranquilizadora voz del eco se repitió en varias zonas devastadas. Algunos entonaron sus versos como un cántico esperanzador. «No somos un eco, somos todo el mundo.»
Recuperando la confianza en la vida, universalizando su dolor, el pueblo japonés siguió avanzando en su recuperación. El poema pertenece a una de las más grandes poetas niponas, Kaneko Misuzu.
¿Quién fue esta poeta de la esperanza?
La trágica vida de Kaneko Misuzu
Kaneko Misuzu nació en 1903 con el nombre de Teru en una pequeña aldea de pescadores en Nagato, al oeste de Japón. Creció en una familia de libreros y fue una ávida lectora desde temprana edad. Su padre murió cuándo tenía 3 años, pero con el apoyo de su madre y su abuela, permaneció en la escuela hasta los 18 años, algo bastante inusual para las chicas japonesas de la época. En 1923, después de graduarse, Teru asumió la dirección de la librería familiar «Kaneko», y fue entonces cuando empezó a escribir poesía.
Escribía principalmente poemas dōyō, un tipo de poema japonés que tiene un tono similar al de una canción infantil. Se caracterizan por estar escritos en un estilo simple y accesible, para ser recitados o cantados por niños. Kaneko se encandiló de la literatura para niños que vivía un pequeño auge en la época y decidió probar suerte. Envió cinco poemas a diferentes revistas infantiles firmando su obra como «Misuzu», en alusión a la literatura clásica japonesa que significa «donde se cosecha el bambú».
Para su sorpresa, todas sus contribuciones fueron aceptadas y en apenas un mes logró publicar en cuatro revistas distintas. Rápidamente, sus poemas alcanzaron cierta notoriedad y comenzaron a aparecer en revistas de todo el país. Durante los siguientes cinco años, publicó cincuenta y un poemas más. Se convirtió en una importante celebridad literaria. Desgraciadamente, su carrera profesional se vería truncada pronto, pues su vida personal tomaría un desafortunado cariz.
En 1926, presionada por su tío, aceptó un matrimonio concertado con un empleado de la librería familiar. Un hombre abusivo y autoritario que, tras dejarla embarazada, le prohibió volver a escribir y publicar. Kaneko siguió escribiendo a escondidas. Al poco de nacer su hija, su marido perdió el empleo al presentarse borracho y provocar un altercado violento.
Tras el despido, despilfarró los ahorros familiares en diversas estafas, obligando a Kaneko y a su hija a mudarse más de cuatro veces en dos años para evitar a los acreedores. Su marido era también un cliente habitual de los burdeles y acabó contrayendo gonorrea. Una enfermedad lamentablemente incurable en ese momento, que transmitió fatalmente a Kaneko, provocándole dolor físico de por vida.
En 1930, Kaneko decidió divorciarse de él. Una decisión que no era para nada fácil y que había postergado hasta lo inaguantable, pues implicaba perder la custodia de su hija a favor de su exmarido. La ley japonesa en ese momento otorgaba automáticamente al padre la custodia indiscutible de los hijos. Solo si el padre renunciaba voluntariamente la ley se decantaba por la madre. Algo que no ocurrió a pesar de las súplicas de Kaneko.
La noche antes de que él asumiera la custodia y se llevara a su hija, Kaneko escribió una carta a su exesposo pidiéndole que permitiera que su madre criara a la niña en su lugar. Se suicidó un mes de cumplir los 27 años. Finalmente, la hija sería criada por la abuela.
Tristemente, Kaneko Misuzu y su obra cayeron en el olvido durante los siguientes cincuenta años. Hasta que otro poeta, Setsuo Yazaki, se encargó de rescatar su obra. Setsuo encontró en 1966 uno de los poemas de Kaneko en una vieja revista y quedó fuertemente impresionado.
Gran captura
Amanecer,
espléndido amanecer.
Gran captura,
gran captura de sardinas.
Arriba en la playa
hay una fiesta,
pero en el mar
celebrarán funerales
por decenas de miles.
Entonces, resolvió emprender una búsqueda de la obra de Kaneko Misuzu alrededor de Japón para realizar una antología y dar a conocer su obra. Tarea difícil, pues Kaneko escribía utilizando un pseudónimo y su apellido de soltera, lo que la hacía prácticamente ilocalizable. Cuándo al fin dio con la dirección de la librería en la que trabajó Misuzu, al llegar vio que ya no existía. Solo quedaban rastros de cinco de sus poemas repartidos en viejos ejemplares de revistas antiguas. Insuficiente para realizar una retrospectiva seria de su autora.
No obstante, en la década de los 1980, tras quince años de persistente búsqueda, logró contactar con el hermano menor de Kaneko, un anciano casi octogenario que aún mantenía manuscritos de cuando se carteaba con su hermana.Al fin había encontrado lo que buscaba, quinientos poemas inéditos que no habían aparecido en ninguna revista estaban garabateados en un viejo diario. Los publicó en su totalidad, por primera vez, en una edición impresa. Desde entonces, los poemas de Kaneko se han traducido a más de diez idiomas y son de los más queridos y leído por los japoneses, figurando en canciones y libros de texto de primaria.
Sin embargo, como explicamos al inicio fue la emisión de su poema «¿Eres un Eco?» en un anuncio de servicio público después del terremoto y tsunami de Tohoku en 2011 lo que consolidó su reputación como una de las poetisas más queridas de Japón. Ahora bien, ¿Qué hay de su edición en España?
El Alma de las Flores, su obra en castellano
La editorial gijonesa Satori tradujo por primera vez al español la obra de esta magnífica poeta en 2019. Compilando más de cincuenta poemas en una antología bilingüe titulada «El Alma de las Flores». Un precioso libro de tapa dura y con marcapáginas de tela que, junto a toda la Colección Poética de Satori, obtuvo una distinción del Gobierno japonés por la excelencia en la difusión de la cultura y la literatura japonesa. La traducción a cargo de Yumi Hoshino y María José Ferrada es impecable y traslada con esmero la sutileza de cada verso a nuestro idioma.
El «Alma de las Flores» es un poemario de una elegancia y una sensibilidad extraordinaria. Misuzu escribe con el corazón genuino de una voz infantil. Canalizando aquella niña interior que todas tenemos dentro. Una niña bondadosa e imaginativa de mirada inocente, pero siempre lúcida. Con sus sueños, ilusiones, intuiciones y miedos. Así es su poesía, simple en apariencia, pero capaz de transmitir grandes verdades que remueven hasta lo más hondo por su arrebatadora pureza. Con versos capaces de capturar instantes de una belleza que desarma cualquier prejuicio.
Sus poemas exploran la cotidianidad que todos padecemos: la soledad, el arrepentimiento, el espacio y el paso del tiempo. Mostrando la necesidad de empatizar para relacionarnos con los demás y con nuestro entorno. Sean plantas, animales o piedras, todo tiene cabida en la sensibilidad de Misuzu:
Rocío
No se lo diré a nadie:
Esta mañana, en el fondo del jardín,
una flor derramó una lágrima.
Porque si corre el rumor
y la abeja lo oye,
irá y le devolverá su néctar
como si hubiera hecho mal.
Kaneko Misuzu apostó por la ternura y la compasión aún cuando su vida se transformó en un infierno. Nunca perdió la perspectiva humanista y vitalista que le caracterizaba, jamás dejó que las circunstancias cambiasen su esencia. Dejándonos ver por su ventana lírica lo pequeña y hermosa que es nuestra existencia. Asimismo, la lectura de su obra transmite una profunda esperanza, una reconciliación con la vida humana y la naturaleza, algo que en estos tiempos de violencias y brutalidades resulta más necesario que nunca.