Isabel Steva Hernández fallecía en Barcelona unas horas antes de la celebración de Año Nuevo a los 83 años debido a una peritonitis. Conocida por su trabajo como fotoperiodista retrató tanto la escena cultural elitista que se forjó en el interior de la discoteca Bocaccio ― la «Gauche Divine»― como los barrios marginales de la ciudad. Steva, figura emblemática de la escena fotográfica española del siglo XX, logró plasmar el tejido social de una época tan imprevisible y confusa como fue la Transición, incluso llegando a disfrazarse de falangista para retratar la muerte de Franco sin levantar sospechas.
«Este afán de hacer visibles los mundos de los demás, se extiende a todos los que me sorprenden diariamente y quizá no tienen fuerza suficiente para hacer oír su voz» declaraba la fotógrafa en el inicio del documental Cola, Colita, Colassa (Oda a Barcelona) dirigido por Ventura Pons. Feminista y reivindicativa, Colita se caracterizó siempre por una actitud rebelde, un sentido del humor lleno de retranca y un arraigado compromiso social. A lo largo de su carrera, capturó la vida intelectual y cultural de la ciudad, realizando reportajes de diversa índole: desde manifestaciones políticas hasta la epidemia del sida.
Colita, figura emblemática de la fotografía española
Nacida el 24 de agosto de 1940 en Barcelona, Colita forjó un legado artístico que capturó la efervescencia cultural y la evolución de Barcelona durante el período franquista y la Transición, observándola con una perspectiva sagaz, comprometida y feminista desde la «Gauche Divine» barcelonesa. Esta conexión le permitió relacionarse con numerosas figuras prominentes dentro del mundo intelectual de izquierdas.
«Un retrato lo explica todo»
Llegó al mundo de la fotografía gracias a una cámara que su padre le regaló de niña. Éste le contó que había nacido debajo de una col, dando lugar a un apodo para toda la vida. Aunque su familia la envió a París durante un año para estudiar Lengua y Civilización francesa en la Sorbona, aprovechó ese tiempo para explorar el país haciendo autoestop. Comenzó su formación artística de la mano del pintor Paco Rebés, su mentor y maestro, y al lado de otros influyentes fotógrafos como Oriol Maspons, Francesc Català Roca y Xavier Miserachs, con quien comenzó a trabajar como ayudante a comienzos de los 60.
Además de plasmar los contrastes de la ciudad y sus diferentes escenarios, la cámara de Colita retrató a personalidades como Gabriel García Márquez, Joan Miró, Orson Welles, Rafael Alberti, Ana María Matute, Carmen Amaya o Joan Manuel Serrat, así como a sus amigos los hermanos Terenci y Ana María Moix. En la serie documental Terenci: la fabulación infinita de Marta Lallana es posible explorar el vínculo que la fotógrafa mantenía con los Moix. Nunca se sintió cómoda del todo con el sobrenombre de «fotógrafa de la Gauche Divine» ya que a Colita le interesaba el retrato más allá de la condición social o el escenario de los retratados: «Un retrato ya lo explica todo, no necesita tanta literatura ni tantas fotos anecdóticas; un retrato resuelve el tema.»
El Flamenco y La Nova Cançó
1962 fue un año clave para Colita al colaborar en la película Los Tarantos de Francesc Rovira-Beleta. Este proyecto la llevó a conocer a la bailaora Carmen Amaya, desencadenando su fascinación por el flamenco. Se trasladó a Madrid para capturar las imágenes promocionales de figuras destacadas como La Chunga y Antonio Gades. Su viaje por Andalucía resultó en el libro Luces y sombras del flamenco. De vuelta en Barcelona, durante los últimos años del franquismo, Colita se sumergió en la escena cultural de la ciudad colaborando con medios como Fotogramas, Tele-Expres, Mundo Diario y Destino.
Durante estos primeros años, Colita también se dedicó al fotoperiodismo y a la industria musical a través de Edigsa (1967) y el movimiento de «La Nova Cançó» catalana. Llevó a cabo campañas de prensa y promoción, así como la creación de portadas de discos, para artistas como Guillermina Motta, Núria Feliu, Joan Manuel Serrat, La Trinca, Ovidi Montllor, Raimon y María del Mar Bonet.
«La gauche qui rit»
En los 70 Colita se unió al movimiento de izquierdas Gauche Divine, fotografiando a sus principales representantes en una exposición llamada «La gauche qui rit» en 1971. Sin embargo, esta muestra fue clausurada por la policía al día siguiente de su inauguración. Esta agrupación tuvo sus orígenes en las comidas que tenían lugar en el restaurante Casa de Mariona alrededor de la figura de Terenci Moix.
Antifémina: feminista y reivindicativa
El primer libro gráfico abiertamente feminista en la historia del periodo posfranquista, con textos de Maria Aurèlia Capmany y fotografías de Colita, resultaba prácticamente inaccesible hasta hace un par de años. Publicado en 1977, fue confiscado por las instituciones franquistas que aún ejercían su influencia durante la transición democrática. En 2021, el Ajuntament de Barcelona y la Editorial Terranova, recuperaban la obra Antifémina, 43 años después de su lanzamiento.
Su compromiso con la creación de un cine progresista la llevó a formar parte del movimiento cinematográfico catalán conocido como la Escuela de Barcelona. Esto le brindó la oportunidad de trabajar en películas como El cadáver exquisito, Morbo o Los crueles. También desempeñó el papel de directora del departamento de fotografía de la revista Vindicación Feminista hasta 1978.
Colita renuncia al Premio Nacional
A lo largo de sus más de cuarenta años de carrera, Colita acumuló más de treinta publicaciones y alrededor de cincuenta exposiciones, consolidándose como una de las mayores representantes de la fotografía crítica española. En 2014, se le otorgó el Premio Nacional de Fotografía, dotado con 30.000 euros, pero lo rechazó como protesta por la situación cultural y educativa en España, por sus discrepancias con el José Ignacio Wert: «Imagínate que eres un rottweiler y que estás todo el rato colgado de los pantalones del ministro de cultura mordiéndole el culo. Y que de repente te enseñan un filete y el rottweiler va y se traga el filete y deja el culo del ministro de cultura. Eso no está bien».