Rigoberta Bandini renace como 'Jesucrista Superstar' en Barcelona

Rigoberta Bandini resucita como ‘Jesucrista Superstar’ en el Palau Sant Jordi

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Rigoberta Bandini desplegó el imaginario de Jesucrista Superstar entre el pop emocional, la libertad electrónica y el empoderamiento feminista.

Desde que Paula Ribó se inventó a Rigoberta Bandini allá por 2019, el personaje no ha dejado de mutar, crecer y ocupar un lugar clave en el imaginario pop español. De los primeros temas como ‘Too Many Drugs’ a su ascenso popular con ‘Perra’ y el fenómeno intergeneracional de ‘Ay mamá’ en el Benidorm Fest, la catalana ha tejido un relato híbrido entre lo íntimo y lo colectivo. Tras el álbum «La Emperatriz» (y un Goya mediante), su nuevo trabajo ‘Jesucrista Superstar’ marca un punto de inflexión: un doble disco ambicioso, 22 temas emocionalmente poblados y musicalmente muy variados, que exteriorizan sus ansiedades y alegrías diarias y las transforman en himnos generacionales llenos de vida.

Rigoberta vuelve a casa, la misa pop de ‘Jesucrista Superstar’

Rigoberta Bandini llegaba un sábado noche a treinta grados para predicar su evangelio emocional en el Palau Sant Jordi. No pisaba ese escenario desde hacía tres años, desde aquel primer Palau pre-Goya, pre-hijo, pre-parón vital. Tras retirarse un tiempo para digerir el éxito, criar a su hijo, y recargar neuronas creativas, volvía por fin a casa. Y su reaparición en Barcelona, era una resurrección muy anunciada y especial.

El estadio, prácticamente lleno, esperó a la santa patrona del pop millennial de andar por casa con gran expectación. Y ella apareció como tocada por el Espíritu Santo de Almodóvar y Massiel, enfundada en botas rojas y una gabardina de charol amarillo, lista para oficiar misa con Battiato en un altarcito mental. Acompañada por hasta seis coristas, un batería, un bajista y un tecladista con un sintetizador a todo volumen, el show estaba listo para arrancar.

Y la cosa empezó con ‘JAJAJA’ y la risa nerviosa se volvió diagnóstico: «Vivo con un monstruo, creo que soy yo». Verso resumen del estado de ánimo colectivo en 2025: una mezcla de ansiedad (dis)funcional, terapia pop, y ganas de bailar como si el capitalismo emocional fuera solo un mal sueño con reverb. Desde ahí, se desplegó el catálogo completo de la nueva Biblia de lo que ella ha llamado ‘Jesucrista Superstar’, donde la cruz, es conciliar vida laboral, creativa y familiar sin perder la ilusión y el eyeliner.

Así, cayeron en forma de mashup las estrofas más pegajosas y las partes más coreables de temas como ‘C.X.T.’, ‘VuelaaAAaa’, ‘Enamorados’, ‘Brindis!!!’ y ‘Simpática pero problemática’  (porque pareciera que ya no se puede ser rebelde sin pedir disculpas por adelantado). Un ejercicio quirúrgico de selección convirtió el reto de condensar 29 canciones en una virtud: el show no se atascó nunca, y mantuvo un ritmo vibrante, casi sin pausas.  Todo envuelto en una estética de mescolanza alegre muy Bandini: látex, trajes de baño, lentejuelas, coristas en plataformas setenteras y hasta gabardinas a lo Blade, pero cambiando el after por el vermut.

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Rigoberta Bandini junto a sus coristas. Foto: Alejandro García.

Seguiría al primer exitazo A.C. (Antes de [Jesu]Crista), «In Spain We Call It Soledad«, que abriría la veda para viajar a «MIAMI BEACH» y al muy teatral pasaje «Salvar a Rigoberta». Un instante en el que Bandini actuó como concursante en un programa de televisión, conducido por una presentadora de risa maléfica. Ahí, el público debía decidir si salvarla tras escuchar su actuación clásica de voz y guitarra. Ante los vítores de los asistentes, la presentadora se congeló y acabó marchándose al son de las bailarinas para dejar que Bandini desplegara todo su arte en «Enamorados«.

¿Pamela Anderson? También estuvo presente, invocada en ‘Pam’ como tótem de la mujer-icono reciclada, siliconada y malinterpretada. “Todas somos Pamela Anderson y siento que también somos todas Rigoberta Bandini, hoy, perdón”, afirmaba Paula Ribó arropada por familiares y amigos.

En la pausa principal, su pareja y tecladista, Esteban Navarro, actuó como dinamizador y , con los sintes a tope, aceleró al público con temas de la ruta del bacalao y el más puro Welcome to Ibiza a 200 BPM, sin perder ni un ápice de su espíritu «Vengamonjas» con la «marxeta» tan característica. Gozándose cada tema y serpenteando al ritmo de cada canción.

En mitad del show, Rigoberta se quitó la peluca emocional y nos regaló momentos íntimos con «Si muriera mañana», la oscuridad electrónica de «La pulga en el sofá» o «Amor», con cierta resaca sentimental. Todo junto a su inseparable prima, Belén Barenys, a quien dedicó un  vídeo con una cronología de fotos de ambas desde la infancia hasta la actualidad para pasar luego a cantar a dúo la ensoñadora balada «Aprenderás» y la más lúdica «Así Bailaba» en sustitución de Amaia.

También hubo espacio para el kitsch, claro. Durante «Amore amore amore», se repartió ratafía entre el público y se cumplió el deseo de un asistente de conocer a Bandini. Lo cual al final resultó ser una excusa para una pedida de matrimonio en público à le JP.

Rigoberta tuvo tiempo incluso para versionar. Eligió para la ocasión «Una guitarra« de Serrat, que cantó muy ilusionada rememorando sus inicios en la música. «Esta canción me marcó mucho de pequeña, me animó a empezar y me hace mucha ilusión cantarla aquí» declaraba.

Tras ello, llegó el tramo final, con los greatest hits del caos emocional post-pandemia: «Los milagros nunca ocurren al salir de un after», «Kaiman», y ese éxito primerizo llamado «Too many drugs», que hizo vibrar al público casi tanto como «Perra», que tornaría la liturgia en rave feminista, con todas y todos los miembros de la banda Bandini perreando hasta el suelo.

Todo terminaba en crescendo con el himno cuasi eurovisivo, «Ay mamá», en la cual, en un acto reivindicativo, mostraron los pechos durante el clímax de la canción. Finalmente, a modo de bis de bises, interpretaron ese mantra colectivo que es «Busco un centro de gravedad permanente». Cerrando con Battiato como la Virgen María de esta misa millennial.

¿Conclusión? Bandini es una artistaza y un síntoma generacional. Un espejo del pop español libre y desenfadado que trata de cantar su vida para apaciguar su caos emocional, entre carcajadas y sin filtros, con melodías pegadizas llenas de vitalidad y sentimiento. Y si Jesucristo volvió para redimir a la humanidad, Jesucrista Superstar ha venido para recordarnos que también se puede parar un año, abrazar a tu hijo, y volver más fuerte que nunca sin necesidad de parecer un CEO emocional ni perder un ápice de tu esencia.

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