Ton Koopman, la Franz Schubert Filharmonia y un Bach terrenal

Ton Koopman y la Franz Schubert Filharmonia a la luz de Bach y Mozart

Ton Koopman
El maestro Ton Koopman condujo una memorable interpretación de Bach y Mozart junto a la Franz Schubert Filharmonia en el Palau de la Música Catalana.​

En un mundo cada vez más acelerado y sobre estimulante, escuchar música barroca es un acto casi contracultural. Lo barroco por definición desborda los sentidos, obliga a detenerse, a procesar lo excesivo de sus formas. El placer de disfrutar a Johann Sebastian Bach en pleno siglo XXI no es solo un refugio sonoro, es una reivindicación de lo esencial: la música como lenguaje universal que conecta nuestro pasado con el presente. En este contexto, el director y clavecinista neerlandés Ton Koopman es una figura fundamental.

Referente del historicismo musical, reconocido por su monumental grabación de las cantatas completas de Bach –una proeza que le valió una nominación a los premios Grammy–, ha consolidado una carrera que combina el rigor histórico con una vitalidad interpretativa única. En su regreso a España junto a la Franz Schubert Filharmonia presentó una propuesta vibrante en el Palau de la Música Catalana, dentro del Festival Ciutat de Clàssica.

Ton Koopman franz schubert filharmonia
Ton Koopman con la Franz Schubert Filharmonia durante el concierto en el Palau de la Música Catalana.

El programa del 24 de marzo, ofreció un recorrido fascinante por Bach y Mozart, con la Suite orquestal nº3, el Concierto para violín en mi mayor, el Concierto para violín en sol menor y, como broche final, la Sinfonía nº41 ‘Júpiter’ de Mozart. En el centro de esta travesía barroca destacó la participación de la violinista ruso-francesa Alexandra Soumm, cuya sensibilidad y dominio técnico hicieron vibrar el templo modernista.

Koopman, enérgico y cercano a sus ochenta años, dirigió la Suite nº3 de Bach con un enfoque natural, alejado de academicismos, pero con una claridad que realzó el equilibrio polifónico. La célebre ‘Air‘ destacó por su interpretación equilibrada y serena, logrando un momento especialmente emotivo gracias a las cuerdas, que aportaron un sonido cálido y bien articulado. La suite continuó con una Gigue ágil y ligera, que cerró la primera parte con un dinamismo que fue recibido con entusiasmo. Tini Mahot, clavecinista experta y compañera inseparable de  Koopman, aportó una integración sutil y elegante al conjunto, enriqueciendo el continuo con un toque natural.

tini mahot
Tini Mahot durante el concierto.

Tras la pausa, la violinista Alexandra Soumm apareció con una presencia escénica cautivadora, acompañada de su violín Gioffredo Cappa de 1700. Con precisión y expresividad, afrontó los desafíos técnicos de ambos conciertos para violín, destacando especialmente en el ‘Allegro’ inicial y en el contraste lírico del segundo movimiento.

Tras un final vibrante en el Presto, Soumm tomó el micrófono y, para sorpresa de muchos, leyó un discurso en catalán,  agradeciendo la cálida acogida y explicando su siguiente performance. Ofreció un bis contemporáneo que rompió con la tradición del programa clásico: ‘Désaccords‘, obra escrita para ella por el compositor belga Emile Daems. Esta atrevida pieza, destacó por el uso innovador del bariolage en varias posiciones, generando sonidos estridentes y resonantes.

Alexandra soumm
Alexandra Soumm tocando el violín junto a la Franz Schubert Filharmonia.

El cierre del concierto llegó con la monumental ‘Júpiter’ de Mozart, donde Koopman apostó por un equilibrio entre el rigor camerístico y la riqueza orquestal. El segundo movimiento brilló por su control en la dinámica de los metales, evitando cualquier desequilibrio en el balance tímbrico. Tras la ligereza del tercer movimiento, la fuga final del ‘Molto allegro’ puso la guinda a una velada inolvidable. Koopman manejó la progresión con maestría, dando espacio a cada familia de instrumentos en un diálogo vibrante que desembocó en un espléndido clímax sonoro.

Una vez más, la Franz Schubert Filharmonia demostró ser una formación flexible y comprometida, capaz de abordar repertorios complejos con una musicalidad notable. La complicidad entre Koopman y la orquesta quedó patente a lo largo de la velada, que concluyó con cálidos aplausos y la certeza de haber vivido un concierto extraordinario.

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