Mina y la radio de los presos, el primer podcast carcelario

Mina y la radio de los presos, la historia del primer podcast carcelario del mundo

DocsBarcelona estrena el impactante documental «Mina y la radio de los presos» de la experimentada cineasta Kari Anne Moe.

La cineasta noruega Kari Anne Moe ha construido una filmografía comprometida con la exploración de la juventud, la educación y los conflictos sociales. Desde Bravehearts (2012), donde retrató el impacto del atentado de Utøya en un grupo de jóvenes activistas, hasta Pøbler (2015), sobre aquellos que abandonan los estudios antes de terminar la secundaria, su cine se sumerge en historias de lucha y resiliencia en los márgenes del sistema.

En su nuevo documental, Mina y la radio de los presos, Moe sigue a Mina Hadjian, una popular presentadora de radio noruega en su proceso de crear un espacio radiofónico hecho por y para los reclusos. A través de los testimonios personales de diferentes presos, la película revela historias de vida marcadas por la violencia, la exclusión y la búsqueda de identidad y sanación, incluyendo la del activista Dennis Bigell, quien enfrenta su transición de género dentro del sistema penitenciario.

Con motivo del estreno de la película en España gracias a DocsBarcelona, hemos hablado con Kari Anne Moe y Dennis Bigell sobre el proceso de rodaje, las instituciones penitenciarias y las transformaciones personales que han acompañado esta historia.

En el  documental se abordan muchos temas y vamos descubriendo multitud de historias y personajes complejos, pero todo tiene su origen en la figura de Mina como locutora. ¿Qué te llevó a hacer este proyecto y qué fue lo que te atrajo de Mina como protagonista?

Kari Anne: Mina fue una de las locutoras de radio más importantes de Noruega a principios de los 2000, era una estrella. Yo no la conocía personalmente, pero solía escuchar su programa cuando era más joven. En aquel entonces, amplió los límites de lo que se esperaba de una mujer en la radio. Era divertida, rebelde y completamente auténtica.

Cuando la despidieron, hubo mucha controversia y estuvo alejada del foco público durante algunos años. Más tarde, vi una entrevista en la que hablaba de su nuevo proyecto y pensé inmediatamente: esto puede ser interesante de filmar. Llevaba tiempo buscando una protagonista femenina, alguien que pudiera inspirar a mis hijas y representar a una mujer fuerte, segura de sí misma y carismática. Además, en todas mis películas me interesa explorar cómo percibimos a las personas marginadas o estigmatizadas y cómo son mucho más que la primera impresión. Me fascinó la idea de que estuviera haciendo un programa de radio desde la cárcel. Ese fue el punto de partida.

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Mina durante un programa de la «radio de los bandidos».

Mina tiene una capacidad especial para crear un ambiente acogedor y de confianza, logra que los presos se abran emocionalmente. ¿Fue difícil introducir la cámara en un proceso tan íntimo? ¿Cómo se recibió la idea de hacer un documental?

Desde el principio, Mina nos brindó todo su apoyo. Estaba muy dispuesta y le entusiasmó la idea de hacer un documental sobre la «radio de los bandidos», pero era más reticente a que el documental hablara sobre ella misma. Necesité tiempo para ganarme su confianza y hacerle entender que mi interés no estaba en su personaje mediático, sino en quién es realmente.

Uno de sus mayores dones es que no mantiene esa barrera profesional que muchos otros sí tienen al tratar con personas encarceladas. Para muchos de los reclusos de la radio, quizá por primera vez, alguien se acercaba a ellos sin tratarlos como un problema que hay que solucionar o como personas «rotas». Están acostumbrados a que quienes los tratan lo hagan por obligación, dentro de un sistema que los clasifica y gestiona. Mina, en cambio, carece de esa distancia, y eso genera confianza. Las personas perciben cuando alguien se acerca con una intención genuina de conocerlas de verdad.

Creo que esto también es clave en su trabajo. Como dice en la película cuando le enseña a Josh a ser periodista: «No tienes que ser el periodista más inteligente, solo tienes que ser genuino, alguien que haga que la otra persona se relaje y se abra. Tienes que ser una buena persona». Y eso es exactamente lo que ella hace.

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Rune, uno de los «radio bandidos» protagonistas en una escena del documental.

En cierto modo, los trata como si fueran sus hijos, y eso le hace sufrir mucho y puede ser peligroso al saltarse cualquier tipo de distancia profesional. También para documentarlo puede generar un retrato demasiado compasivo y condescendiente.

Sí, hemos reflexionado mucho sobre ello al analizar la película. Creo que es importante mostrar a las personas desde distintos ángulos para construir personajes completos, con los que el público pueda identificarse. Por eso, decidimos seguir a los reclusos en solitario y en otras actividades fuera del programa de radio. No somos solo una cosa. En algunas películas, hay buenos y malos muy marcados, pero los seres humanos no funcionamos así. Todos tenemos luces y sombras, y eso está bien, es parte de lo que significa ser humano. Mina permite esa complejidad cuando se relaciona con los demás y cuando expone sus falencias.

También creo que su propia historia personal influye en su forma de acercarse a los «bandidos». Ella sabe lo que significa estar al margen, ser señalada. Ha vivido el racismo, proviene de una familia de inmigrantes iraníes y ha tenido una infancia inestable, con un padre que atravesó muchas dificultades. Evidentemente, no es lo mismo, pero todas esas experiencias las ha transformado en una fortaleza, en una habilidad para ayudar a los demás.

Sé que muchas personas que han vivido situaciones similares en su infancia han reaccionado con mucha intensidad al ver la película. Les ha dado una especie de esperanza, la confirmación de que su historia y su pasado pueden convertirse en algo valioso.

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Mina junto a Rune.

El otro núcleo de la película es, por supuesto, Rune. Es impresionante cómo su historia acaba convirtiéndose en el eje central del documental. Durante casi media hora, todo gira en torno a él. Me encanta esa larga escena en la que, aunque al principio está en conflicto con Mina, ella consigue calmarlo y conectar con él. ¿Cómo fue filmar ese momento tan cargado de tensión, en el que Rune parece estallar de ira?

Afortunadamente, en ese punto del rodaje ya lo conocía muy bien. Habíamos pasado mucho tiempo juntos, así que entendía su forma de ser. No me sentí asustada ni nada parecido, porque sabía reconocer sus emociones.

Lo que me parece fascinante es cómo Mina lo confronta sin perder la calidez y el cariño en su forma de acercarse a él. En realidad, me sentí más tensa al grabar la escena anterior, cuando él está con el equipo y se muestra molesto porque no le cubren los gastos de desplazamiento hasta la radio.

En ese momento, tanto la directora de fotografía como yo tuvimos que pegarnos a la pared y hacer todo lo posible por pasar desapercibidas. Pero en un espacio tan reducido es difícil ser una «mosca en la pared». Ahí sí que pensé: «Vale, ahora sí que se va a enfadar con nosotras». No sabíamos qué iba a pasar.

Llegó un punto en el que dije: «Creo que deberíamos salir», porque no quería que nuestra presencia alterara lo que estaba ocurriendo de forma natural.

Pero lo que entendí con el tiempo es que su agresividad es, en realidad, su forma de expresar emociones. Por eso, más adelante, cuando toma la decisión de ir a Ucrania como voluntario, decidimos silenciar algunas partes de la escena. Nos pareció que, de esa forma, el espectador podría sentir sus emociones sin necesidad de escucharlas explícitamente.

Mina abrazando a Rune en «Mina y la radio de los presos» (2024).

Me gustaría conocer tu perspectiva como «radio bandido», Dennis. ¿Cómo te decidiste a participar en el proyecto? y ¿Cómo fue tu experiencia en la radio? 

Dennis: Pues fue algo que surgió de forma bastante espontánea. Me ofrecieron la posibilidad  de participar y no lo dudé demasiado. Fue bueno para mí tener un espacio para charlar con calma, sin miramientos. Participé en varios episodios. Desde el principio, fue muy agradable conocer a Mina. Es una persona abierta y siempre aportaba algo nuevo, lo que hacía que todo el proceso fuera muy enriquecedor. Lo interesante de la radio es que está hecha por personas de distintos entornos y sistemas. Empezó con un solo locutor y luego se amplió a otros. Creo que ahora hay cinco personas participando. Mina tiene un rol más de guía.

Las grabaciones se hacen en distintos lugares y prisiones y luego todo se ensambla en el podcast final. Es curioso porque, aunque participan diferentes voces, muchas de ellas ni siquiera se conocen entre sí. Es como si se fueran «pasando el testigo» de una historia sin haber coincidido nunca en persona.

Kari Anne: De hecho, esto también podría haber sido una película sobre la radio en sí, pero el documental decidió centrarse en las personas y en sus relaciones, porque eso era lo verdaderamente interesante.

radio bandits
Dennis participando en el programa de radio bandidos.

En el documental, afirmas que saliste del armario en prisión y vemos como comienzas tu transición de género estando todavía recluido.  ¿Cómo fue ese proceso de autoexploración y aceptación?   

Dennis: En realidad, si buscas mi nombre verás que he estado involucrado en eventos como rallies y fiestas queer, además de muchas actividades relacionadas con Palestina,  y otras causas. Siempre estuve en esos círculos durante 20 años, era algo que no podía ocultar. Estando en la cárcel ya no era una elección, simplemente llegó un momento en el que no podía seguir escondiéndolo.

Lo que me pasó es que no podía seguir viviendo una vida falsa, como si fuera John Wayne interpretando otra masculinidad. Decidí ser yo mismo, aunque fuera complicado. La gente lo supo, y claro, me etiquetaron como gay. Si no lo eres, intentan presionarte para que lo seas, y eso pasó. Yo me mantuve firme y les dije: «Soy lo que soy». Al final, entendí que, pase lo que pase, tenía que ser auténtico, sin importar lo que pensaran los demás.

En prisión no encontré ningún apoyo para personas queer. No había nada, ni siquiera en la prisión de Oslo. No podía contar con los guardias, y la situación era difícil. Pero España es diferente, aquí es mucho más avanzado en términos de aceptación y tolerancia. En Noruega, las cosas eran más complicadas.

Pero luchaste por tener un espacio y te escucharon.

Sí, en ese sentido, Mina me empoderó, me dio un altavoz. Tras la experiencia de la radio, tenía más energía para seguir presionando al sistema. Mi idea era crear un espacio para personas queer dentro de la cárcel. Quería construir algo, un lugar dentro del pabellón. Al final, terminé organizando la primera marcha  del Orgullo en una prisión, lo cual fue increíble. Hicimos folletos que distribuimos en otras islas y prisiones de Noruega. El alcalde de Oslo incluso colgó una bandera del orgullo, algo histórico, ya que era la primera vez que una prisión aceptaba y se generaba una repercusión política. Fue un gran paso.

Lo curioso es que no sabía que en Oslo, durante el orgullo, hubo un atentado homofóbico en el que mataron a dos personas. Es una historia horrible, pero terminó de forma irónica, porque el asesino de esos dos hombres fue a parar a la misma prisión donde se celebró la primera marcha del orgullo, y allí pusimos por primera vez la bandera LGTBI, bien grande para que la viera.

mina and the radio bandits
Mina ayudando a Dennis a maquillarse.

El sistema penitenciario noruego es considerado uno de los mejores y más efectivos en su labor de reinserción social y trato humano. Más allá de las estadísticas y la visión idealizada que tenemos desde fuera, qué problemas os  habéis encontrado?

Kari Anne: Creo que el dinero es un gran problema. Se necesita más financiación para actividades que sean interesantes y útiles dentro de la prisión. Hay muy poca gente trabajando en las prisiones, por lo que, cuando no hay suficiente personal, los internos se pasan demasiado tiempo encerrados en sus celdas sin nada que hacer. Están aislados durante demasiadas horas al día, sin interacción social ni actividades que les den sentido. Este es un problema importante: necesitamos más financiación para las prisiones y actividades que realmente aporten.

Otro reto es centrarse en lo que ocurre cuando las personas salen de prisión. Cuando estás dentro, vives en una burbuja, pero una vez que sales, es muy fácil caer otra vez en viejos hábitos. Algunos presos, cuando se les deja en libertad, vuelven inmediatamente al consumo de drogas o a la violencia. Es un regreso rápido al crimen. Hay una estadística que dice que el 25% de los presos reinciden, lo que nos sitúa, efectivamente, como la mejor del mundo, pero aun así, hay mucho margen de mejora.

El sistema en Noruega es mejor en cuanto a apoyo, pero aún no es perfecto. Por ejemplo, tener una PlayStation en prisión puede parecer un privilegio, pero conseguir una es una lucha. No es lo que cambiará la vida de alguien, pero sí da algo en qué centrarse, sobre todo para aquellos que han sufrido traumas. Para mí, lo más importante es el aspecto social. En la película, la escena en la que Dennis quiere ser transferido a una prisión española muestra esto de forma clara. La gente pregunta: “¿Por qué España?” Les parece raro que no prefieran Noruega, pero estar cerca de la familia, poder recibir visitas, es más importante que cualquier cosa material.

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Dennis en su celda en Oslo.

Dennis: Sí, eso de decir que en Noruega «nos importan los criminales»,  para mí, es como una especie de contradicción, como decir «República Democrática Popular de Corea», ¿sabes? Lo que está claro es que las cárceles, los campos de concentración, o lo que sea que sean, son sistemas cerrados, donde estamos atrapados y negados de libertad. La violencia se permite porque es una forma de control, una violencia institucionalizada, que el gobierno legitima. Entonces, se permite. Cuando los sistemas están basados en el control, no se cuestionan.

Había un psicólogo alemán con el que hablé sobre esto, y me decía que la razón detrás de todo es el control. Hay personas dentro de esas estructuras que aceptan el sistema y lo perpetúan. Y a veces, los propios internos se convierten en parte de ese sistema, aunque lo hagan en contra de su voluntad, quedamos institucionalizados.

Lo que quiero decir con todo esto es que mucha gente piensa que en Noruega las condiciones son excelentes porque hay muchas comodidades, pero lo importante no es tener una PlayStation, aunque sí, algunos la tengan. Eso no cambia la vida de alguien que está lidiando con traumas o problemas. Tener algo que te distraiga es útil, pero lo fundamental es la conexión humana, lo social.

Al final, lo que quiero transmitir es que, en las cárceles, el sistema no está diseñado para rehabilitar. Está diseñado para controlar. Y, por eso, es necesario reflexionar sobre lo que realmente significa castigo y qué se debería hacer para que las personas, incluso dentro del sistema, tengan la oportunidad de cambiar, de sanar, y de reencontrarse con lo social, lo que les hace humanos. Eso es lo que falta en muchos lugares.

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Rune en un momento de crisis emocional durante el documental.

Dennis, actualmente cumples tu condena en España. ¿Notaste alguna diferencia entre el sistema penitenciario noruego y el español?

Sí, muchas. Te cuento: me trasladaron a una cárcel modelo, con un régimen especial, un poco más espaciosa, pero sigue siendo una jungla. Aquí en España, la vida es mucho más activa, hay más interacción. Es mucho más animado, la gente es muy diversa. Puedes encontrarte con turcos, polacos, somalíes, jóvenes con problemas, hasta un tipo holandés, uno noruego y algunos rumanos miembros de bandas. Hay menos gente con la que hablar, pero son personas muy interesantes. Son muy extrovertidos, lo cual es bastante fascinante.

Recuerdo que, en un momento, conocí a un tipo muy atractivo, muy amable, de esos que son tan tranquilos que te hacen pensar que son inofensivos. Resulta que había matado a toda su familia, incluso a los niños. Eso me impactó mucho. También había gente con historias muy duras, como mujeres transexuales o presos que mantenían relaciones con otros reclusos, y en general había una aceptación sorprendente para todos, incluso para los más marginalizados.

A veces, el sistema español, por ejemplo, no ofrece los mismos beneficios a los presos extranjeros, y eso crea desigualdad. Por ejemplo, vi el caso de un prisionero rumano que debía ser liberado bajo ciertas condiciones, pero a menudo no se le permitía. Discutí mucho sobre esto, porque no tiene sentido tratar a los prisioneros de manera tan injusta por su nacionalidad.

Por otro lado, en las reuniones semanales, los presos que eran parte de la comunidad gay se reunían con los activistas fuera de la prisión, algo que me pareció muy interesante y positivo.

Filmar dentro de una prisión conlleva muchos retos, desde cuestiones logísticas hasta restricciones de acceso. ¿Qué dificultades enfrentasteis para rodar dentro de la cárcel? 

Kari Anne: Al principio, tuvimos muchos problemas para entrar. No nos dieron acceso a la sección de mujeres, simplemente porque les resultaba demasiado complicado gestionar nuestra presencia. Decir que no era la opción más fácil para ellos, y prefirieron evitarse molestias.

Más adelante, cerraron la prisión de mujeres después de que una reclusa se quitara la vida delante de sus compañeras. La situación sanitaria y de atención era muy precaria, y ese suceso puso de manifiesto las condiciones en las que vivían.

Aunque no pudiéramos grabar nada, se realizó un podcast con Mina. Fue uno de los más impactantes que he escuchado. Dos de las mujeres que trabajaban en el programa fueron testigos de lo ocurrido e hicieron una emisión realmente conmovedora. Creo que la radio no solo genera conversación dentro de la prisión, sino que también logra que estas historias lleguen a la sociedad y contribuyan a cambiar la percepción sobre lo que ocurre dentro.

Mina pactando las condiciones junto a Josh, uno de los presos, antes de grabar el programa.

Creo que es interesante que los propios presos puedan acceder al material ¿Pudiste hacer alguna proyección especial para otros reclusos?

Kari Anne: Sí, teníamos ese plan. Íbamos a hacerlo dentro de la prisión antes de Navidad, pero ¿qué pasa siempre? Papeleo, nos dijeron que no, que era demasiado, que había que dejarlo para después. Así que tuvimos que posponerlo hasta enero. Aún no he recibido respuesta, pero voy a llamarlos de nuevo. Ahora ya tenemos la versión para la televisión, la versión de una hora, que está disponible en la emisora nacional de Noruega, así que los reclusos pueden ver esa versión dentro de la prisión. Cruzo los dedos.

Dennis: Ah, quiero mencionar algo, porque en realidad intentamos hacer algo similar. Estuve en contacto con un grupo LGTBI+ en Madrid y con otra persona, una profesora de criminología que ayuda a los prisioneros, es una mujer increíble. Queríamos hacer una entrevista y una proyección allí, en la prisión. Ya había escrito al sistema penitenciario español y contactado directamente con el gobierno en Noruega, pero en España no lo permitieron. No es como en Noruega, donde es más flexible; aquí hay muchas más reglas y restricciones y, uugh, burocracia.

Recuerdo que hablé con el alcaide y me recordó a Franco, súper  autoritario. Le pregunté sobre hacer una entrevista y me respondió que no, que era un proceso complicado y con demasiados obstáculos y que lo complicaríamos todo. Y yo me quedé pensando, «¿Qué demonios? qué vamos a complicar.» Siento que la libertad de expresión es bastante más limitada en comparación con Noruega.

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Dennis durante el último programa de «radio bandidos».

Para finalizar, ¿Creéis que la sociedad noruega tiene otra percepción de las personas con antecedentes penales? 

Kari Anne: Creo que tenemos una idea bastante tradicional: hay ciertos criminales que podemos aceptar, personas que han hecho cosas fáciles de entender, como no hacer daño a los demás, tal vez robar algo, o algo por el estilo. A esas personas las aceptamos. Podemos darles nuevas oportunidades y sentirnos bien con nosotras mismas al hacerlo.

Dennis: Pero también hay quienes terminan en prisión sin haber hecho nada.

Kari Anne: Sí, realmente por nada. El sistema legal noruego puede ser muy estricto. No sé, creo que es algo debatible. Pero pienso que cuando se trata de crímenes realmente graves, no encaja con la imagen que tenemos de Noruega. No nos gusta pensar en eso ni gestionarlo. Queda en un segundo plano. Por eso, lo que quería era incluir en mi película a alguien que realmente hubiera cometido delitos graves.

Creo que es importante mostrar que, aunque hayas cometido crímenes serios, sigues siendo una persona con muchas facetas y hay razones por las que llegaste a ese punto, porque la violencia no aparece de la nada. Se aprende en algún lado.

Dennis: Sí, mi experiencia es que muchas personas que han hecho cosas muy graves han sido ellas mismas víctimas en otras situaciones. Así es como aprenden a usar la violencia como forma de comunicación y de acción.

Kari Anne: Por eso creo que debemos asumir una responsabilidad colectiva sobre cómo detener ese ciclo, y no señalar a una sola persona y decir «es malvado», porque eso nunca es así. O al menos no siempre lo es.

Creo que detrás de cada acto dañino siempre hay una historia, y es interesante profundizar en los detalles el porqué. ¿Qué podemos aprender de esto? ¿Qué se podría haber hecho? Así desearía que la gente terminara el documental con nuevas preguntas.

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