Eugenio y Conchita: el humor como analgésico - Contracultural

Eugenio y Conchita: el humor como analgésico

Warner Bros
‘Saben aquell’, la última película de David Trueba, indaga en la historia más personal de la vida del famoso humorista Eugenio dando voz a su compañera esencial, Conchita. El film se perfila como uno de los favoritos de cara a los Goya.

Si una busca “Conchita cantante” en Google o “Conchita” en Spotify, muy probablemente se tope con una cantautora de origen finlandés, pero no con Concepción Alcaide, la cantante onubense que se mudó a Barcelona con diecisiete años y pronto logró hacerse un hueco entre las figuras de la canción catalana. Si escribimos nombre completo y apellido, la búsqueda dará un resultado algo más certero, pero siempre orbitando alrededor de su relación con Eugenio, el icónico humorista catalán. El repentino boom del interés por la pareja artística surge a raíz del estreno de la película Saben aquell, dirigida por David Trueba y coprotagonizada por David Verdaguer como Eugenio y Carolina Yuste como Conchita Alcaide.

La película partía como una de las favoritas en los Gaudí, llevándose finalmente siete galardones: mejor actriz principal para Carolina Yuste, mejor actor protagonista para David Verdaguer, mejor maquillaje-peluquería, vestuario, dirección de producción, dirección artística y sonido. Además, David Verdaguer se llevaba el Goya a mejor actor protagonista.

Saben aquell: la historia del amor entre Conchita y Eugenio

El pasado 21 de noviembre acudí a los Cines Verdi en Barcelona atraída por la proyección de la cinta y el coloquio posterior, en el que participarían Trueba, Verdaguer, Gerard Jofra (hijo de Eugenio), Edmon Roch (productor) y Sergi Vilanova (director de fotografía). Tanto director como actor se encargaron de romper el hielo haciendo gala de un carisma y una humildad inusitadas, dándole al evento un carácter de “charleta” amena entre amigos. Verdaguer llegó incluso a saludar a su dentista entre el público.

De izquierda a derecha: Sergi Vilanova, David Verdaguer, David Trueba, Gerard Jofra y Edmon Roch durante el coloquio de la película Saben aquell el pasado 21 de enero.

A pesar de la ausencia de Yuste, que se lamentó mucho, fue inevitable aludir constantemente a su papel. Verdaguer afirmaba rotundamente que “en realidad la protagonista es ella” porque la historia que se cuenta no es la de la vida de Eugenio (mucho más larga y compleja), sino la historia de amor entre él y Conchita, la mujer de su vida.

La actriz, a la que habíamos visto recientemente en Chinas (Arantxa Echevarría, 2023) y que ganó popularidad con Carmen y Lola (2018) de la misma directora, muestra aquí su candor habitual acompañado, esta vez, de un talento musical inexplorado. Trueba se confesaba maravillado ante la voz de la actriz, que versiona temas inolvidables de la música catalana como De mica en mica de Serrat o Amor particular de Lluis Llach.

David Verdaguer: «La verdadera protagonista de la película es Conchita»

Al inicio de su relación, Eugenio y Conchita formaron un dúo musical llamado Els dos (él a la guitarra y los coros, ella a la voz) y participaron en el proceso de selección para Eurovisión. Conforme corre el metraje, va aflorando con intensidad el sentimiento de nostalgia hacia una época de chistes grabados en cinta de casete, los omnipresentes Ducados, gafas de pasta, canciones de Cecilia y Nino Bravo y espectáculos en pubs nocturnos, incluso si, como es mi caso, nunca llegaste a vivirla. Sin embargo, el dúo duró poco tiempo: el público prefería escuchar a Conchita cantar en solitario, mientras que de Eugenio valoraban sus intervenciones cómicas por encima de sus coros.

Carolina Yuste como Conchita. Fotograma de la película.

Como hiciera Jo Hopper, al despegar la carrera artística de su marido Conchita se retiró de la suya (algunos medios escriben que “le cedió el puesto”, como si fuera incompatible el desarrollo profesional de ambos por separado). Saben aquell le atribuye a Conchita no solo el empuje necesario a Eugenio para montar un espectáculo de comedia propio, sino también una importante contribución creativa a la construcción del personaje. La película abre así una pequeña ventana hacia la figura de Concepción, una mujer que luchó por hacerse un nombre en una industria complicada y que más tarde tendría que luchar también contra una enfermedad terrible: el cáncer de mama.

La película le atribuye a Conchita una importante contribución creativa a la construcción del personaje de Eugenio

En una de las escenas más honestas del filme, la vemos sentada en una clínica recibiendo su tratamiento, con una vía en el brazo y rodeada de otras personas visiblemente enfermas. En una radio, de fondo, oímos a Eugenio contar un acudit de los suyos. Uno de los pacientes sube el volumen del dial y escucha atentamente. El humor se hace espacio incluso en los lugares más inesperados, al principio como una presencia extraña que acaba, sin embargo, conectando a todos los presentes es una complicidad común: la de haber entendido una broma al mismo tiempo. El propio Eugenio lo dijo en una entrevista: «el humor tiene que salir de momentos trágicos».

David Verdaguer, ganador del Goya 2024
David Verdaguer como Eugenio. Fotograma de la película.

Durante los créditos finales, Trueba se adentra en puestos de trabajo, hogares y esquinas de callejones donde un chiste inocentón arranca una carcajada genuina a los oyentes. La estructura de un acudit típico era sencilla: una situación ficticia, a menudo atemporal, en la que dos personas anónimas (dos amigos, un matrimonio, cura y feligrés, policía y delincuente, vendedor y cliente, médico y paciente) se malinterpretan entre expresiones ambiguas, absurdos y dobles sentidos. El ingenio de Eugenio (perdonad la rima) era fundamentalmente lingüístico e irónico.

El humor se hace espacio incluso en los lugares más inesperados, conectando a todos los presentes en una complicidad común

Quizá el motivo por el que su fama se extendió tan rápido por el país y abarcó un público tan amplio y diverso fue precisamente ese: no eran chistes políticos, ni religiosos, ni racistas, no se basaban en hacer sentir inferior a una minoría para hacer reír a la mayoría, eran puro ingenio, para todos y para todas. Todo el mundo está invitado a disfrutar del chiste, nadie queda fuera. No era necesario tampoco incluir risas enlatadas a posteriori para rellenar los silencios del espectáculo: solo hace falta ver la risueña predisposición de la audiencia en cuanto el humorista se sentaba en su taburete. Apenas había abierto la boca y un espectador anticipaba la carcajada sin haber escuchado aún una palabra.

Fotograma de la película.

Con esto no pretendo idealizar su figura artística, a la que debemos mirar desde la actualidad desde una perspectiva crítica, ni articular el discurso nostálgico del pasado que habéis leído tantas veces (antes sí que se hacía comedia de verdad). Pero sí que me atrevo a afirmar al menos dos cosas: que reírse es una manera sana de existir en un mundo complicado, y que reírse en compañía (y no a expensas de) es más saludable aún. Saben aquell es un digno biopic que, sin taparse los ojos ante las desgracias inevitables de la vida, sigue encontrando motivos para, como mínimo, sonreír.

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