Barcelona, Plaza Tetuan, 1993. Cuatro jóvenes amigos forman una banda de música extrema. Ataviados con botas y chaquetas de cuero, rostros pintados de blanco con sombra de ojos oscura, labios negros y cruces invertidas colgadas al cuello. Eligen un nombre abominable, Sacrum Sacrificationis, y toman el escenario con un sonido crudo y una voz desgarradora y brutal.
Canción a canción, improvisan un concierto para mostrar su admiración por el eslabón más oscuro del mundo metalero, el black metal. Poco sabían que serían el último grado de una fiebre emergente de bandas y producciones marginales, crudas y demoníacas que asaltarían la escena más underground de la ciudad.
Así lo descubrimos en Blackcelona: una historia de metal satánico, un vibrante documental dirigido por Diego de Walpurgis (nombre artístico de Diego Fernández), estrenado en el festival In-Edit 2024, para explorar el surgimiento del black metal en Barcelona durante los años 90.
Homenaje a los pioneros del black metal
Con las dos sesiones agotadas y muchos de sus protagonistas entre el público, Blackcelona se anticipaba como un evento imprescindible para los fanáticos del black metal y de la historia metal catalana.
La obra presenta un recorrido detallado por el surgimiento de una vibrante y controvertida escena en la ciudad, que despegó en los años 90 con bandas como Sacrum Sacrificationis, Blazemth, Beheaded Lamb y Foscor, como eje central. Destacando como punto de inflexión, el icónico concierto de la Plaza Tetuan, que visualizaría una tendencia emergente de bandas y producciones marginales e independientes que se extendería de la capital catalana a toda Cataluña.
Blackcelona se diferencia de otros documentales musicales en su enfoque íntimo y comunitario: no solo presenta las raíces y expansión del black metal en Barcelona, sino que también profundiza en los encuentros entre músicos y aficionados, construyendo un retrato auténtico de una subcultura altamente transgresora. La atmósfera del estreno, cargada de emoción y camaradería, reflejó el mismo espíritu con el que nació el movimiento en la ciudad.
Asimismo, Walpurgis triunfa al construir la historia desde las voces de sus protagonistas, los integrantes de las bandas de black metal que dieron forma al movimiento en los noventa. La mayoría, con medio siglo o más a sus espaldas, reflexiona sobre lo ocurrido desde una mirada actual más crítica que nostálgica. Reflejando como la precariedad y los excesos, sumados al desdén de la industria, lastraron la posibilidad de una escena más estable y consolidada.
Las escasas fotos de archivo muestran la tremenda austeridad de medios con las que se forjaron las primeras producciones de black metal. Los músicos contaban con instrumentos rudimentarios, que no estaban pensados para conciertos, pero los sacaban adelante como podían con esa osadía juvenil y esas voluntad incendiaria de generar el mayor estruendo posible.
Inspiradas en la crudeza y provocación de grupos noruegos como Mayhem y Burzum, el black metal barcelonés logró crear un espacio propio, acogiendo a artistas que abrazaron el sonido y las estéticas extremas hasta llevarlas a su «modus vivendi» más autodestructivo. Son varios los entrevistados que admiten haber abusado de sustancias y la falta de madurez e ingenuidad en las performance satánicas que realizaban, más aún ante una escena urbana que vivió el horripilante asesinato de Euronymus muy de cerca.
Blackcelona se convierte así en un reflejo crudo de aquellos años, en los que la carencia de medios y el desinterés de la industria musical impulsaron a los músicos a crear desde las sombras, dando paso a un movimiento que se aferraba a sus raíces de resistencia y provocación.
Este entorno hostil y desafiante llevó a muchos a adoptar un estilo de vida que, según sus propias palabras, fue más allá de la música y se convirtió en una identidad de total rechazo y confrontación. Varios protagonistas expresan cómo el black metal no solo les brindaba un espacio de pertenencia, sino también una forma de canalizar su ira y desencanto hacia una sociedad que les resultaba opresiva y carente de autenticidad.
El documental recoge estas vivencias sin adornos, mostrando un lado del black metal que va más allá del sonido; profundiza en sus implicaciones emocionales y su carácter nihilista, que varios músicos recuerdan con una mezcla de arrepentimiento y reivindicación.
Con momentos de introspección, los testimonios revelan cómo la intensidad y el compromiso de esta subcultura llegaron a costarles la estabilidad personal y profesional. A través de Blackcelona, Walpurgis construye una narrativa que no solo documenta una escena musical, sino que captura el espíritu de una generación dispuesta a desafiar los límites sin miedo a las consecuencias.
Muy valioso el relato de Ramón Porta, divulgador y editor de la revista MetaliKO, la cual fue fundamental para popularizar el género. Autor de gran criterio, reseñó y descubrió al público español a cientos de bandas nacionales e internacionales entre sus páginas.
El film también destaca el papel de sellos discográficos independientes como Abstract Emotions y New Gotia, estudios de grabación como Don Simón, y locales emblemáticos como el Garatge Club, junto con tiendas de discos como Anaconda y Hysteria, que fueron el alma de esta subcultura. Tiendas y sellos hoy desaparecidos, reemplazadas por la vorágine digital y recuperadas por los minoristas nostálgicos que venden colecciones de discos y revistas de segunda mano.
Asimismo, destaca la presencia de uno de los primeros grupos íntegramente femeninos del black metal barcelonés: Countess. Una banda formada por Lilith Necrobitch (actual vocalista de Korgull The Exterminator) y de otras pioneras.
En definitiva, Blackcelona no solo celebra la música y su legado oscuro, sino que revela las historias menos conocidas de una época en la que el black metal se movía en un ambiente verdaderamente marginal en toda España. Un subgénero revulsivo y radical que Walpurgis retrata y homenajea con respeto y admiración en este apasionado documental que reconstruye una pieza nunca antes explorada de la cultura musical de Barcelona.