Zerocalcare: "Crecí considerándome la minoría de la minoría"

Zerocalcare: «Crecí considerándome la minoría de la minoría»

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El historietista y animador italiano Zerocalcare aterriza en España para presentar su nueva obra «Será todo para mí», editada por Reservoir Books. Charlamos con él sobre el proceso de creación de su trabajo más personal hasta la fecha.

Conocido en Italia por su mirada aguda, honesta y profundamente personal, Zerocalcare (Michele Rech) se ha convertido también en un referente para el público español. Su universo narrativo —una mezcla de vivencias íntimas, crítica social y humor implacable— ha encontrado eco en una audiencia que trasciende idiomas y fronteras.

Tras el éxito de títulos como Kobane Calling o La profecía del armadillo, el autor regresa con Será todo para mí, su obra más íntima hasta la fecha. En ella, Zerocalcare se enfrenta a la complejidad de la herencia emocional y al silencio intergeneracional, explorando con crudeza y ternura la relación con su padre y el peso de las historias familiares que moldean nuestra identidad.

Hablamos con él sobre su proceso creativo, la vulnerabilidad masculina, el uso del humor y la necesidad de contar(se) a través del cómic.

¿Cómo te explicas tanto interés por parte del público español?

Zero: No tengo una percepción muy clara. Quizás, tenemos mucho en común como sociedades: cultura, tradiciones, etcétera. Tal vez por eso, los españoles logran conectar un poco más con lo que cuento, en comparación – qué sé yo – con los alemanes, que quizás me entienden menos.

Tu trabajo trasciende mucho el contexto: tiene un éxito internacional, intergeneracional.

Bueno, es algo que no me esperaba, y a lo que no aspiraba especialmente. Yo crecí considerándome siempre la minoría de la minoría de la minoría. Empecé haciendo cosas para los centros sociales, que ya son minoritarios dentro de la sociedad italiana. Dentro de los centros sociales formábamos parte de la escena punk, que era la minoría de esa minoría. Y dentro de la escena punk, yo estaba en la subcultura straight edge, o sea, los punks muermos. Así que realmente pensaba que hablaba a una porción pequeñísima de lectores.

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Zerocalcare junto a una imagen de su alter ego en la historieta, Zero.

Me parece que el mínimo común denominador, en cambio, más que ser generacional, es esa sensación de no estar a la altura. En Roma decimos sentirsi un po’ impicciati, es decir, tener algo que te hace sentir incómodo con respecto a lo que te rodea. Y vi que esto hablaba también a personas mucho mayores o mucho más jóvenes que yo, o de países y clases sociales completamente diferentes, que lograban sentirse muy cercanas a ese tipo de fragilidad e inseguridad.

¿Y esa fragilidad es para ti un obstáculo o una herramienta para narrarte?

Al principio fue, sin duda, un obstáculo. De hecho, esa es la razón por la que comencé a trabajar en estos cómics relativamente tarde; empecé a los 28 años a contar historias que abordaran ese aspecto más íntimo de mí. Antes solía tratar temas desde una perspectiva mucho más reservada: hablaba de la lucha política de manera clásica, estructurada.

Tuve que superar muchos bloqueos para empezar a crear algo más personal, pero luego comprendí que era justamente eso lo que generaba mayor impacto. Al recibir la respuesta del público – no tanto en términos comerciales, sino emocionales – descubrí que personas que jamás habría imaginado se sentían reflejadas en los sentimientos que expresaba.

Eso me dio una seguridad enorme para seguir adelante.

Será todo para mí es, posiblemente, la obra más personal que has escrito…

Sí, tal vez sí.

¿Cuándo decidiste contar la línea narrativa de la relación con tu padre? ¿Y cuándo decidiste introducir la línea narrativa de tus antepasados?

La idea de contar la relación con mi padre vino de una película. Fui al cine a ver Aftersun, que es la historia del último verano que una chica pasa con su padre, y salí muy impactado; me pareció que me había tocado fibras profundas y pensé que en efecto era una relación en la que nunca había indagado, no solo en los cómics, sino también dentro de mí. Así que me dieron ganas de intentar contarla. Y al empezar a anotar ideas, cosas que tenían que ver con la relación con mi padre, fue casi natural conectar con la historia familiar.
Creo que somos el resultado de muchas cosas que nos preceden, que se han ido acumulando en nuestras vidas. Era imposible hablar de esa relación sin recorrer un poco la historia que hizo que mi padre fuera como es y que me hizo a mí ser como soy.

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Páginas de «Será Todo Para Mí»

 Esa cadena de silencios heredada que describes. ¿Qué es lo que os impide mostraros vulnerables entre vosotros?

Yo creo que, en parte, es la forma en que hemos crecido. Mostrar las propias fragilidades es bastante inaceptable para nuestro modelo masculino: él que hace cosas, resuelve problemas, se muestra siempre entero, firme. Mientras contar las propias inseguridades, es algo que simplemente no se hacía.
Por ejemplo en mi escuela, o en mi barrio, poner esas cosas sobre la mesa significaba convertirse en el último eslabón de la cadena alimenticia.
Era algo inaceptable y creo que para mi padre aún más. Y aunque hayamos hecho… aunque cada uno haya dado probablemente pequeños pasos hacia adelante – mi padre conmigo mostró lados quizás más sensibles que los que su padre le mostraba a él – y yo probablemente con otros he logrado sacar también aspectos diferentes…  pero entre nosotros, ese asunto sigue siendo un gran obstáculo. Es un legado que llevamos a cuestas.

¿Y cuál es la consecuencia, entonces? ¿Es una cuestión de miedo?

Sí, es el miedo a mostrar una debilidad de la que otro pueda aprovecharse.
Y luego también el miedo es que… madonna mia me siento en el psicólogo hoy [ríe]. El miedo es que pierdas el rol que crees que deberías tener dentro de la sociedad, dentro de las relaciones. Es decir, si has crecido pensando que debes ser el fuerte, el pilar, si ya no eres eso, entonces te preguntas un poco quién eres.

Sobre todo en las relaciones entre hombres y mujeres, creo que cuando te encuentras vulnerable y expuesto, si no sabes procesarlo, es muy fácil que el miedo te haga responder con agresividad.
En fin, creo que es algo con lo que deberíamos enfrentarnos.

 

A pesar de tratar temas muy densos, el libro se percibe ligero gracias al sentido del humor. ¿Cuál es el papel del humor en tu forma de narrar?

Para mí, el sentido del humor es una forma de protegerme frente a la vulnerabilidad.
Mostrar mis debilidades sin un mínimo de autoironía me resultaría muy difícil; siento que, en ese caso, me lloverían las burlas por todos lados. Pero si uno se adelanta y se ríe de sí mismo, los demás tienden a pensar: “bueno, ya se encargó él de eso, no hace falta ensañarse”.

La legibilidad, en realidad, fue algo que consideré en segundo lugar. Aunque estoy convencido de que un tono ligero facilita el acceso al contenido para quien lo lee. En lugar de enfrentarse a un ladrillo lleno de mis monstruos interiores, encontrarse con algo que hace reír hace la experiencia mucho más agradable.

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¿Crees que podrías contar las mismas historias del mismo modo sin recurrir al sentido del humor?

Sí. El humor aporta algo en términos de tono, pero desde el punto de vista del contenido narrativo, no creo que cambie sustancialmente la historia que quiero contar. Quizás, a nivel emocional, sí introduce un matiz agridulce que, en mi opinión, siempre funciona bien en una narración.

Si haces reír mucho al lector y justo después llega un golpe emocional, ese golpe se siente con más intensidad. Y lo mismo ocurre al revés: cuando la historia se pone muy triste y aparece una broma, esa broma se percibe como mucho más graciosa.

¿Has aprendido algo durante este proceso creativo?

 Justo lo estaba pensando esta mañana…   Qué pregunta más extraña, cazzo… [se queda pensativo unos segundos]

No sé si aprendí algo en el sentido más clásico, pero sí logré enfocar algunas cosas. Hacer cómics, en general, me ayuda a fijar el estado emocional en el que me encuentro y a dar forma a experiencias que, de otro modo, viviría de manera confusa o poco consciente.

Me cuesta mucho expresar emociones sin procesar. Cuando siento algo muy intenso y aún no sé cómo canalizarlo, simplemente me lo guardo. No lo hablo, no lo dibujo, no lo comparto ni con mis amigos. Este trabajo, sin embargo, me ayudó a refinar lo que siento y a devolverlo en forma de cómic, porque es la única manera en que me parece que puedo hacerlo con dignidad.

 

Entrevista conducida por Bianca Delpiano y Max Sorribas.

 

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